ROBERTO MARCELINO ORTÍZ LIZARDI
Fecha de publicación: Jun 15, 2017 6:46:44 AM
Jaime Gerardo Roberto Marcelino María Ortiz Lizardi (Buenos Aires, 18861942), fue el 24 Presidente de Argentina entre los años de 1938 a 1942.
Nombre largo el suyo, cuya curiosidad responde a la costumbre y mentalidad antigua por prolongar los nombres de pila; sin embargo, y a efectos prácticos, Ortiz adopta el tercero y el cuarto para uso oficial.
Hijo de inmigrantes vascos, su padre nació en Zalla y su madre en el pueblo navarro de Yanzi.
Abogado de profesión desde 1909, se dedicará en adelante a la actividad política, siendo su trayectoria a grandes rasgos de desigual proceder: en 1920 es elegido Diputado Nacional; funda la Unión Cívica Radical Antipersonalista; Ministro de Obras Públicas (19251928); Apoyó el derrocamiento del presidente
Hipólito Yrigoyen en 1930; durante la "Década infame" fue Ministro de Hacienda (19351937).
Protagonista destacado en el impulso de reformas políticas, trató de restablecer sin resultados un régimen democrático en su País.
Poseía un carácter abierto y tolerante en cualquier debate, pese a que "socialmente su concepción de las clases y élites fuese reaccionaria".
De salud frágil (debido básicamente a los excesos en el comer), padeció una diabetes severa que le dejó ciego, con mala circulación y gran deterioro orgánico, razón por la cual renunciará a su cargo institucional como presidente el 27 de julio de 1942.
Destacaríamos en lo que nos toca más directamente de su gestión, la actitud de acogimiento de los refugiados de la Guerra Civil Española. A instancias del Comité Pro Inmigración Vasca constituido en 1939 y presidido por Jesús Urbano de Aguirre, le exponen la delicada situación: "Sr. Presidente: Millares de hombres libres, mujeres, ancianos y niños sufren la injuria del exilio a raíz de la guerra civil que a desangrado España en los últimos años(…), esos vascos españoles como los vascos franceses podrían venir a América, a la República Argentina, para volver a ser bajo nuestro cielo hombres útiles a la comunidad humana".
Ante esta petición, responde emocionado: (…) "Yo, personalmente, siento por los vascos justificada y profunda devoción…" y dicta el 20 de enero de 1940 un decreto (a pesar de las restrictivas leyes inmigratorias que existían), por el que autoriza la entrada al país de vascos "sin distinción de origen y lugar de residencia"; amplía este proceder humanitario, enviando a Marsella un barco a disposición de los refugiados dispuestos a viajar a la nueva tierra de acogida.
El documento recibirá los mayores elogios de la prensa argentina y nadie criticó o censuró la medida que otorgaba tan honroso privilegio a los vascos, por el solo hecho de ser vascos.
Debido a la enfermedad del Sr. Presidente, se hará cargo del país el Vicepresidente D. Ramón S. del Castillo, quien ampliará el 18 de julio de 1940 el decreto primero nº53.448, citado con anterioridad y que Ortiz también firmará como segundo decreto (nº 65.384).
El gran valor de estos dos decretos proinmigración vasca contenían en sí "la fuerza moral" del respeto y amor hacia los hijos de Vasconia.
Argentina entera "abría su corazón y su hogar a los que todo habían perdido", recibiéndolos y amparándolos con una generosidad singularmente solidaria.