MANUEL LLANTADA IBARRA

Fecha de publicación: Jun 15, 2017 6:57:46 AM

Nace en Zalla en 1734. Aunque no se conoce mucho de él, se sabe que a los 18 años embarca hacia Nueva España en el reino de las Indias, consiguiendo con los años progresar económicamente con la actividad comercial. Formó parte del Club de vizcaínos del Consulado de México en Zacatecas y de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País (institución ilustrada creada en 1765 para fomentar "la agricultura, las ciencias y artes útiles y el comercio" en el País Vasco).

Como datos interesantes se pueden señalar que el de 17 de diciembre de 1783 otorga testamento, aportando 500 pesos fuertes para "hacer de nuevo en San Pedro de Zariqueti, en mi lugar, una (h)ermita chica, recogida por derecho, con su Cementerio, si se puede conservando el pórtico que tenía (…), hacer un quarto o viviendita para quien cuide la (h)ermita(…)". Encarga también a su albacea testamentaria D. Juan Antonio del Yermo (vecino de Güeñes), que dedique otros "500 pesos fuertes para hacer de nuevo la (h)ermita de la Magdalena, sita en mi lugar, en los mismos términos y circunstancias que la antecedente (…)"

Este generoso bienhechor hijo de Zalla donaría otras aportaciones económicas importantes como fue la dedicada a costear la realización de un magnífico retablo de estilo renacentista en la parroquia de San Miguel (retirado en la reforma del templo en los años de 1950). 

Sin menoscabo de todo lo anterior, es indudable que lo más importante que hizo fue la fundación en 1786 de la Escuela de Primeras Letras en Zalla, especialmente dedicada a la educación de los niños y niñas; "siendo gratuita para los pobres de Gordejuela, Güeñes, Galdames, Sopuerta y Valmaseda".

Maisuak gizalegea, adeitasuna eta begirunea irakasten zuen Se trataba de fomentar la educación en doctrina cristiana, escribir y contar; entendía que la escuela tenía que estar en un lugar idóneo, alejado del tumulto y no junto a las tabernas. En cuanto a los maestros y maestras, habían de ser de buenas costumbres; y procediendo a que debían corregir al niño con amor, mansedumbre y amabilidad; ayudar a que no hubiera castigos rigurosos, ni el palmeo por llevar las yemas de los dedos con mosto ácido de nueces por ser una niñería propia de la juventud. "No debían imponérseles a los niños las tareas de trabajo, excepto llevar al maestro el cantarrillo de agua de la Fuente de Liguetigui".

Dispuso que la Casa-Escuela se situaría cerca de la iglesia matriz; contara con habitación para el maestro y su familia sin pagar renta alguna, y dispondría de un trozo de tierra para huerta, árboles frutales y hortalizas, con la finalidad de que bien cuidada y regada pudiera producir verduras y frutas, proporcionando a los niños la fruta del tiempo en los  días de descanso o festivos. A los niños pobres se les facilitaría un cuarto para dormir en la Escuela o en el Hospital, especialmente en los días de invierno. 

Consideró que aunque era una obra piadosa, no podría entrometerse la autoridad eclesiástica, quedando su dirección en manos laicas. En adelante su albacea, Antonio del Yermo, se encargaría de nombrar patronos perpetuos de la Escuela a los alcaldes, síndicos procuradores y diputados de Zalla, al cura más antiguo y a dos parientes de la madre del fundador hasta que muriese la parentela.

Con la fundación de esta gran obra educativa, quiso apostar por poner en práctica en nuestro pueblo algunas avanzadas ideas del movimiento cultural e intelectual europeo de la Ilustración (arraigado en Francia, Alemania e Inglaterra), comenzando por lo más básico (enseñanza/educación), a fin de combatir todo ambiente de ignorancia y superstición, y de esta manera ayudar a remediar los males sociales y construir una realidad mejor.